martes, 17 de abril de 2007

Hada Verde.

El hada verde me penetra... lubricada de sangre, y entra por mis venas. Necesito de su aliento, anís y ajenjo, perfume y veneno en un mismo licor. El hada verde me sigue... me empuja a crear fantasías de aire, a pedir tabaco para podrir mis dientes, a soñar con una línea para deslizarme por ella como un tobogán. El hada verde.

Pronto me provoca balanceos de sueño... me imagino llevando a un hombre encadenado, con el cuerpo pintado, su rostro cubierto por una máscara de cuero, coronándolo de sangre rodeado de velas, y oh... haciéndome el amor en medio de ellas. Siento su cabello largo rozar mi rostro en hebras y hebras, interminables y adictivas, siento sus labios gruesos sobre los míos, su lengua buscando mi corazón por mi tráquea para agarrarlo y romperlo. No abro los ojos...

Oh por dios, otra vez buscando el vacío, tanteando con las manos a ver si encuentro el abismo, soy la perfecta víctima de la inexplicable maldición del ser... de sentir tristeza sin saber por qué. Tengo atrabilis en vez de sangre, espinas en vez de huesos, qué clase de enfermo muñequito, de triste maniquí...

Vienes tú y me tomas de las manos, me muestras tus ojos eternamente confiables, me estrangulas en tu pecho, caigo muerta a tus pies.

Me doy de cabezazos contra la pared.

Me araño las muñecas y veo mis viejas cicatrices, coronadas de dolor y pena. Mis alas... fracturadas, constantemente en rehabilitación...

Y encuentro mi destino, y me quedo abrazada a la esperanza. Qué diablos, voy a volver a morir.

Y más allá de las nubes y las estrellas, me esperará un caos de luces y sombras, de océanos carmesí y dulces tonos rosados. Y las imágenes oníricas serán mi reino, Azathoth del mar de sangre, atrabílica, desfigurada.

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