miércoles, 21 de mayo de 2008

Muerte.

Héme aquí, me entrego a tus pies.
Por favor comparte contigo la oscuridad de tu manto, el nauseabundo aroma que te invade, déjame empaparme en tus fluídos. Que la putrefacción sea el agua bendita que me consagre esta vez a tu silencio.

Dame paz, y déjame entrever el reino más allá de donde mis ojos alcanzan a ver.
Quiero conocer el punto donde ya el sentir físico deja de ser importante, donde el frío es rey, y la quietud, reina.
Dame valor, para cruzar el umbral y ver aquéllo que ojos humanos no puedan contemplar, y desde allí, alzarme con la sabiduría que da la comprensión.
Que mi fe sea mi escudo y mi espada.

Hacia ti voy.

martes, 6 de mayo de 2008

Atrás.

No me hagas mirar hacia atrás...
los muertos me llaman e intentan atrapar mi pelo entre sus dedos huesudos.
Historias de sangre se cuentan entre estos barrios sombríos,
sólo dolor y vergüenza coronan esos días.

Rezo por las espinas que aún se clavan con fuerza entre mis costillas...
Siglos de barro y luces psicotrópicas se van diluyendo entre sucios efluvios.
Para qué volver atrás? donde los muertos claman por sus rosas y recuerdos, donde sólo los gritos de terror son música, donde el goce es el masoquismo, y la carne sangrante su aria más aclamada.
Para qué volver? cuando el tiempo corre a mi lado sin detenerse, sin pensar en nada, sólo de cara a lo inevitable, sin miedo.
Para qué ir atrás? allá, no hay mucho que encontrar, a pesar de lo mucho donde buscar, en ese reino de muñecas rotas, de espejos grises, sin reflejos.

Sin título.

Me pregunto hasta cuándo tendré que caminar...
mis pies descalzos nadan entre el enorme osario del mundo... asfixiados de espinas y sangre, luchan incesantemente por morir... al fin...
El desierto se abre ante mis ojos...
el escorial de cenizas y agonías silenciosas, inmóvil en el tiempo, observa la luna con apatía, baila eternamente valses monótonos, aspirando al guiño de unas estrellas frígidas...

Hasta cuándo durará esta vida? me pesan los siglos sobre mi espalda cansada, extiendo las manos y no encuentro nada.
Ya dejé de sentir tristeza muchos años atrás.

De mis ojos sólo brota arena.
Cenizas y pausas eternas.
Pronto el sol me dejará ciega, cuando él salga no seré más que un topo, buscando la esperanza a tientas en un mar de melancolía.

Talvez un día... talvez un día...

Te encuentre...

Y pueda disfrutar de tus besos fantasmas...

Mi amada Muerte...