miércoles, 2 de enero de 2008

Narcolepsia.

Te deslizas entre los surcos del reino del sueño. No tiene ninguna ciencia, dejas tu alma fluír libre a través de los conductos de neón de un mundo paralelo y sin razón. Sin deseos de liberar nada, apresas todo muy dentro. Me susurras al oído indecibles secretos. Cada nota ordena el caos para acelerar la sinfonía...

Babeas palabras balbuceadas sobre mi mentón. Caen por mi cuello hasta llegar al suelo, transitando los espacios de mis poros demasiado dilatados para no retener los átomos obscenos de tu voz. Cuentos que se hacen eternos, caricias demasiado breves, otra vez brillan las luces de la ciudad. Otra vez te pierdo en la marea de cuerpos humanoides sin conciencia ni razón. Por qué? por qué llegamos aquí? puedes abandonarme si quieres. Las luces son mi discreta compañía.

Viviré siglos entre el polvo de tu ausencia, pasaré las horas oyendo el desorden allá afuera, sintiendo siempre el nerviosismo que se deja tocar antes de que ocurra un cataclismo. Los nudos en mi estómago terminarán por hacerse sólidos como rocas, ramificarse hacia todo mi ser, volviéndome una criatura de piedra. Dónde estás, que nunca regresas, que conviertes en sueño mi delirante agonía, mi rota sobriedad, siempre aullando tu espera en vano, entre esta ciudad que nunca duerme, que nunca respira, que nunca apaga sus luces del todo, que nunca calla sus gritos sordos de rabia y desdicha...

Dónde estás...?

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